Esta familia predica y practica el ejemplo de “si no puedes contra ellos, únete”.
Sus postales navideñas, llenas de humor y caos, comenzaron porque la primera vez que intentaron hacerse una foto para felicitar la Navidad, fue un fracaso y una agonía.
Eran padres primerizos de un niño de un año, que cuando los padres sonreían, el pequeño lloraba o parpadeaba. Aparte, la iluminación cambiaba, hacia viento... Salieron todas mal y estaban tan
hartos, que las enviaron tal cual y la familia se moría de risa.
Todo esto les dió una idea: en lugar de enviar la tarjeta perfecta, decidieron hacerlas representando a modo de humor el estrés que generaba ser padres. Para ello ponen en escena
situaciones de estrés llevándolas al extremo.
En la de este año, se suma una nueva parienta...
¡¡Espero que a los niños no les generen ideas futuras!